Abri los ojos.
Me encontraba en la estación de la Canyada, sentado en uno de los viejos bancos del andén camino de Valencia.
Era un dia sorprendentemente primaveral para ser Enero; cielo completamente despejado, un sol reluciente.
Seguro que me habia quedado dormido.
En el andén no había más que un curioso personaje de mediana edad que portaba un periódico en su brazo con una incipiente cara de asombro.
Llevaba el pelo corto muy bien peinado siguiendo el camino perpendicular que marcaba una raya en la parte izquierda de su cabeza; unas gafas de pasta grandes de color marrón, de cristal grueso y sucio; una camisa de cuadros marrones y fondo verde o una camisa de cuadros verdes y fondo marrón, depende, por la que se asomaba una camiseta interior blanca roída; unos pantalones grises que le venian cortos mostrando sus gruesos calcetines amarillentos que terminaban en unos zapatos gris oscuro o gris sucio mal anudados. El tipo iba muy bien afeitado.
Contesté al personaje con la misma cara de asombro.
Caminé hacia él intentando vislumbrar sus ojos entre ese muro de cristal que formaban sus gafas y le arrebaté el periódico en un rápido movimiento.
Leí los titulares del día ante la perpleja mirada de mi quiosquero improvisado.
No cabía ninguna duda.
Habia viajado en el tiempo.
viernes, 20 de febrero de 2009
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