viernes, 28 de noviembre de 2008

Ampollas azules.


Me despierto andando por la calle Colón en Valencia, por la Quinta Avenida de Nueva York, por un pueblo del sur de Estados Unidos.
Me despierto con un tenedor en mi mano izquierda, cuando siempre habia pensado que era diestro y un plato medio vacio sobre la mesa, lo que parece ser una ensalada de pollo, cuando yo estaba convencido que era vegetariano.
Me despierto en mi coche, parado en un semáforo, escuchando un tema muy triste de Interpol que no recuerdo.
Me despierto corriendo por la calle, calzando mis viejas zapatillas, sin saber cuántos quilómetros llevo recorridos en ese momento.
Me despierto en la terminal 2E del Charles de Gaulle, en la 7B internacional del JFK, en la 5B, otra vez en Charles de Gaulle, en solo dios sabe donde camino de Tokio.
Me despierto practicando sexo con un filipino, con lo que parece ser una noruega o una sueca, no importa, con una china, un camionero.
Me despierto siempre intoxicado de cocaína, anfetaminas, alcohol, LSD, cristal, éter, química barata de los bajos fondos de Vietnam. Puede que haya pasado horas o minutos desde la última vez que lo tomé, no lo recuerdo muy bien pero conozco sus efectos, conozco esa sensación que no se borra de mi cuerpo.

No recuerdo el frío pero conozco su sensación cuando lo siento.

Me despierto en el cuarto de baño público de algún lugar que desconozco. Me lavo la cara en el lavabo y al mirarme en el espejo te veo junto a mi, sonriendo. No reconozco tu cara pero se que eres tu porque mi piel no puede borrar la sensación que me produce verte, como tampoco puede borrar la alegria que me produce verte sonreir y entonces me tomo un GPG y salgo por la puerta del lavabo dando tumbos.
Resulta que estoy en una discoteca de Shangai, lo sé porque se lo he preguntado a un tipo que me he cruzado al salir del lavabo. Él me ha preguntado por ti. Me he encontrado últimamente a mucha gente que me pregunta por ti. Hacíamos una bonita pareja, me dicen. Le he dicho que no se donde estabas, quizá por Tokio, a quien le importa. Me ha dicho que ha visto esta noche a tu madre en un casino de la ciudad, que la ha visto todas las noches en el mismo casino, que últimamente está ganando mucho dinero, que tiene mucha suerte. Al parecer conoce muy bien a tu madre.
-Solo los que olvidan por completo su pasado pueden ver el futuro- le he dicho sin saber muy bien lo que significa.
-Ten fe en el futuro, amigo- me dice el tipo de una manera en la que no puedo creer sus palabras aunque no se si la culpa es de él o del efecto de las ampollas azules. Sin despedirme, sin ni tan siquiera mirarle en lo que me parece que es un magnífico gesto de indiferencia salgo a trompicones de la discoteca mientras busco otro GPG en mis bolsillos. Me siento como el único superviviente de un accidente de avión, camino entre los restos, maldiciendo mi suerte, volviendo a nacer.

Todo acaba y todo empieza a la vez.

No se porque recuerdo esa frase.
Me tomo el GPG.